Como está lloviendo poco y las setas escasean, que eran mi prioridad este otoño, ahora me ha dado por las aves insectívoras. Me traen loco, no encuentro la forma de sacar una foto nítida de estas avecillas. Como están en constante movimiento, la mayoría de las fotos salen movidas, y cuando consigo hacer alguna medio qué, siempre hay una rama por delante. Claro, como viven en medio de los arbustos.
El tarabilla común (Saxicola torquata), es de los pocos insectívoros que se posan siempre al descubierto, en los postes de las vallas, en los alambres de las cercas, o en piedras que sobresalen del suelo por estar sueltas en prados o caminos.
Desde su posadero se lanza continuamente a coger insectos, realiza un rápido y acrobático vuelo para capturar una mosca o una mariposa y luego vuelve al mismo sitio.
Incluso fuera de la época de cría ambos miembros de la pareja permanecen unidos, rara vez se separan más de 40 metros.
Es residente común, lo podemos ver todo el año, y las verdad es que su número no aumenta demasiado en invierno, es decir, que no son muchos los tarabillas del norte que nos visitan.
Este fue el primer pájaro que identifiqué en mi vida, cuando era un niño. Recuerdo que hicimos una excursión al pozo de las canteras, eramos dos niños, un entendido en plantas de Gerena y un ornitólogo de Sevilla, el cual me prestó unos prismáticos rusos para que viera un pájaro que había en un cable de la electricidad. Me dijo que memorizara el ave y que al próximo fin de semana, después de haberla identificado con la guia, le dijera su nombre.
No veas lo importante que era para mi hacer bien los deberes y conseguir el reconocimiento del biólogo, pero no fue así, me equivoqué en la identificación y le dije que se trataba de un colirojo tizón. Vaya chasco, menos mal que aún así, luego, el biólogo me llevó a anillar flamencos a Fuente de piedra, a salvar aguiluchos cenizos de la campiña, de camping a Cazalla de la sierra, etc... Estuve muchos años aprendiendo cosas de el.
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