Hace ya bastantes años, cuando Gerena tenía muchos menos coches y habitantes, cuando en el pueblo todo el mundo se conocía y los peligros eran menos, recuerdo que algunas tardes los amigos del colegio y yo, realizábamos una hazaña impresionante. ! Pescábamos cangrejos!
Nos reuníamos tres o cuatro amigos con nuestras respectivas bicis justo después del almuerzo. Salíamos excitados hacia las canteras de granito abandonadas que se habían llenado de agua, ese era el lugar donde vivía el monstruoso cangrejo de rió americano, nuestra buscada presa.
Preparábamos una cuerda a la que amarrábamos un trozo de choped o salsichón de nuestro bocadillo, la echábamos al agua y esperábamos un rato, al poco tiempo, sacábamos la cuerda muy despacio con uno o dos cangrejos enganchados con las pinzas a nuestra merienda. Era una experiencia emocionante e inolvidable.
Algunas veces llenábamos un cubo y se lo llevábamos a nuestras madres para que los cociera y así comérnoslo, pero ciertamente no nos gustaba mucho, mas bien lo cogíamos para satisfacer nuestro primitivo instinto de cazador recolector.
Más tarde me enteré que este cangrejo es originario de México y la región central de Estados Unidos. Fue introducido con fines comerciales en el año 1973, siendo culpable de la pérdida de biodiversidad y de alteraciones en las redes tróficas de nuestras zonas fluviales.
Es el cangrejo rojo o cangrejo americano (Procambarus clarkii) , una especie que alcanza 10 cm. de largo y 50 gr. de peso, tiene una impresionante capacidad de adaptación, vive igual en ríos que pantanos, marismas o pozos, es capaz de soportar grandes sequías.
Cuando lo introdujeron en España invadió el nicho ecológico de nuestro cangrejo de río ibérico (Austropotamobius pallipes lusitanicus) , antes muy abundante, y hoy en día en peligro de extinción por una micosis causada por el hongo (Aphanomyces astaci) que le contagió su primo americano.
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